martes, 10 de agosto de 2010

CASI PRACTICAMENTE NO EXISTEN LAS MUJERES ALBAÑILES.





Hoy en día se habla mucho de "igualdad de genero", con un ministerio gubernamental exclusivamente para temas de la igualdad de sexo, pero en la práctica no es así, y menos en el mundo de la construcción, dado que desde siempre a la mujeres se les ha puesto difícil pretender igualarse a los hombres. Claro, en la época del Tito Paco ( Francisco Franco), las leyes hacían que el hombre tuviera más derechos que las mujeres, pero con la venida de la democracia todo cambió: una nueva Constitución que las igualaba, leyes de divorcio, etc..., pero el error fué cuando se pretendió que las mujeres tuvieran más derechos que los propios hombres, aunque se pretendía que fueron iguales, cosa que hemos visto en las acciones judiciales con nuevas leyes que favorecen a las mujeres y discriminan a los hombres, por aquello mal entendido que los políticos llaman "la discriminación positiva de género" y que tanto malestar e injusticia social ha causado. Aunque se dice que la mujer es el "sexo fuerte", que por supuesto que lo es, porque aparte de que los dolores los soporta mejor que un hombre, igualmente soporta mejor las enfermedades, y mi teoría es que como que están hechas para la procreación, llevando en su vientre durante 9 meses a otro ser humano antes de parirlo, su cuerpo está condicionado a soportar mejor los dolores y las enfermedades por partida doble.



Ahora bien, en cuanto se trata de la fuerza física, por una burla de naturaleza, el hombre es más fuerte y soporta mejor las elevadas dosis de stress que provoca el duro oficio de la albañilería. Aparte de que en ese ramo no son sólo 8 horas las que se trabajan, sino como mínimo 10 (o por lo menos siempre fue así en los más de 25 años que estuve trabajando). Levantar sacos de cemento para vaciarlos en capazos y ponerlos en la boca de la hormigonera, para con una pala llenarla de arena, previo llenada de su dosis de agua. Subir ladrillos, ponerse a hacer zanjas, cargar y descargar runas, poner pesadas bovedillas o bloques, hacer mamposterías de pesadas piedras, subirse a andamios de vértigo, hacer pavimentos o tejados con todas las horas del día con a espalda doblada, haga calor, frío, viento o llueva. Etc..., etc.... Aparte de soportar el infernal ruido de las máquinas de picar o las hormigoneras. Eso, sencillamente las féminas no lo aguantan. Vamos, por ejemplo, qué mujer se pone unas botas de agua, y rellena la lechada que hecha el camión de la cuba del hormigón, para repartirlo y dejarlo bien vibrado y bien nivelado en el suelo, a toda prisa, con una temperatura de 30 y pico grados al sol, para que no se seque antes de tiempo y se eche todo a perder. Eso último, seguro que nadie lo ha visto en ninguna parte.

Porque luego las contracturas, dolores de espalda, las molestas agujetas de todo el día, y varios días con las cervicales destrozadas, ¿cómo lo aguantan las pobres?, ¿y cómo duermen entre tanto dolor de espalda, tanta calor, y tanto insomnio?.

La única vez que ví mujeres albañiles fue en la brigada de obras del ayuntamiento de Girona, con un buen mono puesto encima y reparando algún panot roto de alguna calle,...pero no duraron. En la pequeña empresa privada de construcción, donde se compite y se trabaja duro de verdad, en esa nunca he visto en mi vida a una mujer haciendo de albañil. Es oficio demasiado duro, y las mujeres no están hechas para eso aunque lo pretendan. Como me decía un maestro albañil: "duran menos que una hoja seca de otoño". Menos ahora que casi no hay curro, con la mitad de los actuales parados procedentes del sector de la construcción. Imaginaos ahora en el caso de las mujeres, si es que ésas fueran albañiles, aparte de que el envidiable sueldo y la fama de su importante poder adquisitivo ya no es lo que era: ahora el oficio se ha puesto más duro que nunca, por la mayor competitividad en los precios y con las ofertas de unos precios de auténtica miseria para colmo de los males de esa ya de por sí maldita profesión.

No cabe la menor duda que ellas están más hechas para pelar patatas, freír algún huevo, barrer la casa, o coser algún botón del mono del pobre albañil. La albañilería sigue siendo lo que ha sido siempre: un oficio sólo apto para aquellos que no sirven para trabajar en otra cosa, pero que tengan lo que se dice ¡un par de cojones!. ¡El último de los oficios!.

Pero no digo que ellas no puedan ejercer. Esto es un libre mercado, y cualquiera puede mostrar sus capacidades, rendimientos y talentos en ese duro oficio de la albañilería. Es más, para mí es algo admirable e impresionante ver alguna mujer capaz de atreverse con el oficio de la paletería, y que además demuestre que vale tanto o incluso más que cualquier otro buen albañil masculino. O sea, que me quito el sombrero por ellas.











Si en el mundo sólo hubieran mujeres así. Lástima de que eso sólo ocurre en los sueños de los albañiles. (El corto es de Penélope Cruz);


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario